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A Punk Synopsis
sábado, junio 24, 2006

Después de largo tiempo, nuevo post (largo también). Este es un nuevo ensayo traducido de Greg Graffin, para todos los interesados en saber algo más acerca de que es el punk y su idiosincracia. Feel free to leave your comments please!



A PUNK SYNOPSIS
Greg Graffin


Hace como 2 semanas recibí una carta de un punker que decía que solía ser fan de Bad Religion. Solía ser, explica, hasta que lo defraudamos sacando a la venta nuestros 2 últimos álbumes, que no se ajustaron a su definición del punk. No había canciones en contra de “lo establecido”, reclamaba (lo que, por cierto, no es verdad), así que, ¿como se podía llamar Bad Religion? Realmente, ¿cómo pueden hacerse llamar punks? Continuaba dando a entender que no sabíamos nada del punk porque estamos tan fuera de él. Estaba claramente enojado, e intolerante con el contenido de nuestra música en la actualidad. El creía que la santidad del punk establecido había sido infringida de alguna manera en nuestros 2 últimos álbumes (pero también decía que nuestros 7 álbumes anteriores no eran culpables de este delito).

Ese mismo día me crucé con alguien en la calle en la ciudad donde vivo y esa persona me reconoció como el cantante de Bad Religion. Como el muchacho que me envió la carta, éste también era un punker, pero no estaba enojado ni crítico. Conversamos durante un breve rato y me habló acerca de la manera en la que los jóvenes en la actualidad son cada vez más hostiles hacia los extraños, y no quieren escuchar a nadie que no sea de su cómodo grupo de amigos. Y de cómo las personas parecen ser motivadas en la actualidad, por una fuerza invisible, a ser de mente cerrada. Su deseo abierto de opinión, y su enfoque en temas relevantes fueron refrescantes para mí y me hicieron recordar todas las cosas grandiosas acerca de los punkers con los que crecí y con los que todavía interactúo: de mentes abiertas, inclusivos, sencillos, nada presuntuosos, y con el deseo de confrontar a las personas o instituciones que parecían injustas. En vez de estar preocupados por establecer una institución mediante la cual pudiéramos excluirnos los unos a los otros (lo que, tristemente, es lo que algunos punkers realmente quieren), estábamos interesados en incluir a los que se sentían alienados por, o desilusionados con su entorno social.

Ese día experimenté algunas de las mejores cosas del punk, las características exhibidas por el muchacho en la calle, y lo peor del punk: el pensamiento negativo, egoísta y dogmático del muchacho que escribió la carta. Ambos eran punkers auto reconocidos y sin embargo eran polos ideológicos casi opuestos. Llevo ya 16 años siendo miembro de esta extraña sub-cultura, y me he dado cuenta que tiene sus facciones liberales y conservadoras. En ese sentido es el microcosmos de una sociedad en general. Tratar de hallar la definición universal del punk es una tarea inútil. Su significado es confuso en todos lados por las circunstancias contextuales. La niña de 16 años miembro de una familia religiosa y adinerada que asiste a misa todos los domingos con su mohawk verde y su camiseta de “Fuck Jesus” es punk. Pero también lo es el profesor de Biología de 42 años que asevera que las ideas de Charles Darwin están erradas. Ninguna de las 2 personas ha escuchado hablar de la otra, ni se han conocido, ni siquiera han frecuentado el mismo club “underground”. Sin embargo su desafío hacia las instituciones establecidas, su repugnancia hacia el pensamiento dogmático los une espiritualmente. Se desconoce si esto es genético o aprendido. Pero yo también siento una afinidad hacia todos los que comparten estas características. No me siento aliado a aquellos que son exclusivistas, elitistas, y que piensan que su modo de vida es un modelo para que los demás vivan la suya. Mi filosofía fue inculcada por el modo libre de pensar de mis padres, por supuesto, pero también por la confusión que experimenté durante mi crecimiento. A pesar de que muchos jóvenes lo han tenido más difícil que yo, he encontrado un montón de personas que se hacen llamar punks que han tenido experiencias similares.

En 1976, a la edad de 11 años, me mudé con mi mamá y mi hermano a la ciudad de San Fernando Valley en los Los Angeles. Como los otros millones de víctimas del divorcio en los años 70 tuve que enfrentarme al hecho de que mi papá ahora vivía muy lejos (en Racine, Winsconsin) y que no lo iba a poder ver tanto como los otros niños veían al suyo. Este dolor se combinó con la alienación desconcertante que sentía siendo un chico de Winsconsin en Junior High School (Escuela secundaria) en el distrito escolar unificado de Los Angeles. Había entrado a un panorama como nunca lo había experimentado en mis 11 años de vida. Tenía el cabello chocolate oscuro, ondulado, inmanejable, imposible de amoldar hacia algunos de esos peinados “rock-and-roll” de los 70’s que eran tan populares. Usaba camisetas baratas de K-Mart y corduroys porque eran más baratos que los jeans y no teníamos mucho dinero. Usaba zapatillas baratas, generalmente de K-Mart o Payless, gastadas y con logos ridículos que emulaban las verdaderas marcas populares que todos los otros niños usaban.

Andaba en una bicicleta Sears de 10 velocidades que era lenta, pesada y que no podía saltar o deslizarse. Tenía una patineta azul, plástica con ruidosas balineras que era totalmente inadecuada para los skateparks que eran tan populares en California del sur. No había ido a una playa en toda mi vida, y la veía como un lugar para ir a nadar, no como el símbolo de un estilo de vida. La gente me preguntaba ¡¿Hey…sales a fiestar?! Pensaba en nuestras fiestas infantiles de año nuevo allá en Racine. Nos quedábamos hasta pasada la media noche y comíamos helado y soda, pero aparte de eso no tenía mucha experiencia en fiestas. Me tomó como seis meses el darme cuenta que fiestar era sinónimo de drogarse.

Veía compañeros de 7mo grado venir a clase con ojos rojizos sonrisas eufóricas, apestando a humo de marihuana (al principio no sabía que era ese olor). Mis compañeros de laboratorio tenían proyectos secretos que sacaban solo cuando el profesor, Mr. Feers, tomaba su descanso para fumarse un cigarrillo. Sus proyectos consistían en cilindros de poliuretano, sellados en un extremo, pulidos suavemente alrededor del otro, y algunos agujeros de ¼ de pulgada forjados rápidamente en la prensa de agujeros. Yo estaba desconcertado cuando uno de ellos me preguntó: Hey!...mira mi bong, ¿no está “bitchin’”?
No solamente no sabía lo que era un bong…tampoco entendí el adjetivo que utilizó para describirlo (bitchin’), y menos la razón por la cual lo escondía.

Lo que sí sabía era que había algún extraño secreto acerca de esto, y que yo no era uno de los bienvenidos a la información. Los chicos escalaban la escalera social revelando sus conocimientos de la cultura rock and roll y compartiendo sus colecciones secretas de “black beauties”, “Quaaludes” y “joints” (porros). Si participabas de sus ofertas, eras uno de ellos, un confidente con confianza. Si tenías miedo de participar, eras un loser (perdedor) de 2da clase. En otras palabras, si te dejabas llevar por la corriente, complacido y sin cuestionamientos, eras aceptado y recompensado con status social. Si cuestionabas la norma, o ibas “against the grain” de alguna manera, estabas en un camino rocoso hacia abajo en la escalera.

Yo me achiqué bajo esta presión. Incapaz de competir, pero reacio a callarme, vine a hacer amistad con una clase particular de personas que eran etiquetados como geeks, nerds, kooks, dorks, wimps y pussies (o wussies si combinas las dos últimas). Empezamos a pasar tiempo juntos y hacíamos cosas creativas después de la escuela, pero el alivio más grande a mi sufrimiento vino de la música. Teníamos un viejo piano espineta que tocaba, y cantaba canciones que me aprendía de oído. Deseaba adquirir una identidad musical al igual que mis pares en la escuela, pero a mí no me inspiraban las bandas que formaban la fábrica de esta quemada cultura de drogas: Led Zeppelín, Rush, Kiss, Journey, Foreigner, Styx, Ted Nugent, Bad Company, Lynard Skynard, entre muchas otras.

Afortunadamente, a la edad de 14 años, había descubierto un show de radio los sábados y domingos por la noche que presentaba bandas locales de Los Angeles. Descubrí esta emisora porque yo era el único en L.A. que tocaba Todd Rundgren de vez en cuando. Mi amigo en Winsconsin y yo habíamos crecido amando Todd y Utopia porque eran rock melódico, pero de alguna manera por debajo de la tendencia dominante de la música popular. Ésas características todavía me atraen, y generalmente guían mis preferencias hacia otras bandas.

No puedo exagerar la importancia de ese show de radio en el desarrollo de mi personalidad musical. Se llamaba “Rodney on the Roq” (en la emisora KROQ) y probaba que había una comunidad entera de personas en la misma ciudad que usaban la musica para compartir su alienación y confusión acerca de la cultura que los rodeaba. También probaba que no era necesario ser un virtuoso o tener contrato con una gran casa disquera para sonar en la radio. Los discos que ponía no eran producciones de alto presupuesto. Frecuentemente Rodney simplemente ponía demos, o acetatos (sencillos de vinyl o E.P.’s de uso limitado). Era gloriosamente vulgar, y de inspiradora simplicidad.

Yo deseaba ser parte de esta comunidad de músicos. La música era entrañable, sincera, sentida y desesperada. Hablaba del sufrimiento que proviene de la presión del conformismo, y de la carga que nos es colocada por los que están en el poder, y de la celebración de pertenecer a una comunidad de desencajados sin poder. Aunque era interpretada por una gran variedad de bandas, de diferentes raíces. Me convertí en un punk a los 15. Me corté mi cabello ondulado bien corto, me lo teñí de negro, y empecé a hacer mis propios t-shirts. Era lo suficientemente creativo y a través de los años había experimentado escribiendo canciones en el piano con mis amigos tocando ollas y sartenes, usando grabadoras baratas. Estábamos decididos a mandarle una grabación a Rodney on the Roq. Pero antes de que nada de eso pudiera materializarse, un compañero “wussie” me presentó a los muchachos que formarían Bad Religion.



A finales de ese mismo año, 1980, había hecho mi primera grabación y Rodney la puso. Usualmente esto habría convertido a cualquiera en un héroe en su secundaria, ¡un verdadero artista como compañero! Pero mis pares de la secundaria estaban violentamente opuestos a esta nueva subcultura en evolución. No era la clase de música que glorificaba el sexo, las drogas y el rock-and-roll. No era melodiosa y no inspiraba a la gente a emborracharse. Yo era visto como un enemigo de su modo de vida. Éramos tres los punkers en la escuela. Y los tres sufrimos alguna vez de ataques físicos de parte de personas que nos agredían por nuestras preferencias musicales.

Esto me asustó y a la misma vez me hizo sentirme poderoso. Me hizo darme cuenta de lo frágiles que realmente eran la mayoría de los conformistas, lo fácilmente que podían ser llevados al límite donde perdían el control. Encontré un gran consuelo en la comunidad con otros punkers de diferentes escuelas, todos con historias similares de opresión y abusos. Mi casa se convirtió en un lugar de reuniones y mi garaje en lugar de ensayos (mi mamá era indulgente, pero también estaba siempre trabajando, así que no había intervención adulta). Empecé a sentir que había una manera de tratar con la desilusión con mis alrededores culturales. Pero era a través del cuestionamiento, el desafío y la provocación, no a través del conformismo y la aceptación.

Esta actitud me volvió un poco más perceptivo acerca de la interacción social humana, y un mejor crítico; pero también me volvió mas cínico, y menos comprensivo para aquellos seres cercanos que no eran punks, y consecuentemente empeoró mi habilidad para tener relaciones íntimas. Nosotros los punkers estábamos unidos por lo que considerábamos una causa más profunda, nuestro deseo de superar la presión social. Era una presunción tácita que todos teníamos los mismos sentimientos, porque todos éramos tratados similarmente por la sociedad. El énfasis era siempre sobre los problemas de nuestro grupo y no sobre los de una persona en particular (había muchas más canciones de “nosotros”, “nuestro” que de “yo” o “mío”). Quizás por esto es que muchos de mis amigos se engancharon a las drogas, y algunos se suicidaron. Mis amigos punks no practicábamos el entendimiento o la comprensión, solo exhibíamos tolerancia.

Este punto débil naturalmente se hacía extensivo a los sexos. Yo simplemente asumía que las mujeres eran iguales a todos los niveles. Se vestían de manera similar, tenían peinados similares, e inclusive bailaban el slam-dance con nosotros los hombres. Me parecía que su sufrimiento era nuestro sufrimiento. Nunca se me ocurrió que tal vez ellas veían la escena punk de una perspectiva única. Los problemas puramente femeninos no eran parte de nuestra agenda. Ambos sexos estaban muy ocupados siendo fuertes y duros. Era maravillosamente igual, y me sentía orgulloso de mi perspectiva igualitaria de los sexos. A día de hoy, soy muy tolerante con las expresiones femeninas, pero pésimo entendiendo sus necesidades. Y me paso el tiempo con mis amigos hombres hablando de asuntos mundanos o problemas mundiales, no de deseos personales o sentimientos. Esto ha interferido en numerosas amistades íntimas, y ha debilitado mi habilidad para ser un buen esposo.



Decidí ir a la universidad. Pensaba que sería un lugar donde las voces discordantes serían reconocidas y aplaudidas. Esta visión romántica me atraía. Me encantaba tocar en mi banda y contribuir a desafiar la música popular, pero también deseaba más. Sentía un urgente deseo de cuestionar más que la escena musical o las modas de la gente. Decidí que podría tocar en la banda los fines de semana y vacaciones, y que podría escribir acerca de los asuntos relevantes que discutiría en la universidad.

Pero me doy cuenta ahora, en retrospectiva, que la universidad estaba tan repleta con la presión del conformismo como mi escuela. Los estudiantes eran recompensados por pensar como el profesor. Raramente se veían profesores que intentaban provocar y obtener ideas originales de los estudiantes. Más frecuentemente éramos recompensados por repetir la misma retórica en los exámenes que ellos profesaban en sus discursos, que eran parecidos a los discursos “State-of-the-Union Addresses” de cualquier disciplina.

Aunque tuve la suerte suficiente para encontrar en mi facultad tres maravillosos e inspiradores consejeros, que elogiaron mi originalidad y me hicieron sentir más inteligente de lo que probablemente sea. Me entristecía pensar que hubiera tan pocos como ellos. Me volví agudamente consciente de que la experiencia universitaria usual para la mayoría de los estudiantes de indoctrinación hacia el pensamiento prescrito de una sociedad privilegiada. Era como una receta de lo que era aceptable para la sociedad. Y en ningún momento de ese proceso de socialización se proporcionaba una guía para tratar con maneras alternativas de pensar.

Consecuentemente, mi índice universitario fue ligeramente superior al promedio. Pero gracias a las fuertes recomendaciones y consejos de mis asesores de que siguiera mis originales ideas de investigación, fui capaz de continuar y recibir un Master of Science Degree en Geología. Seguí y entré al programa de Ph.D. (Doctorado). Mis dos postgrados me han enseñado que la manera de obtener el éxito en nuestra sociedad es caminar la frágil línea entre el entendimiento del dogma inherente a la ideología prevaleciente y el saber mostrarle a la gente poderosa que tienes tus propias ideas pero que no deseas infringir su tolerancia. La originalidad tiene un umbral de tolerancia muy bajo.

Durante el último año y medio he tenido el privilegio de viajar más de lo que muchas personas lo hacen en toda una vida. Mientras conocía más y más el mundo, me daba cuenta que en cada nivel de la sociedad y la cultura hay enseñanzas que dictan la manera en la que nos debemos comportar, y que de una manera u otra controlan la libertad de expresión de las personas y su capacidad de vivir vidas felices. Siento que es el regalo de los seres humanos el ser capaz de desafiar y confrontar estos principios, y compartir maneras nuevas de evocar la originalidad de los demás. Me alegro de no ser un animal.

Hoy tengo una visión más sofisticada de mi entorno social. Tengo hijos, soy dueño de una casa, tengo seguro, tomo decisiones financieras. Mis ideas del mundo provienen de fuentes dispares: geología, biología orgánica, la música, los viajes y la paternidad. Esta pluralidad asegura mi individualidad. Y el aprender a ser un individuo ha sido el mejor regalo que he recibido al crecer como un punk. Soy consciente de los estereotipos, y trato de no encajar en ellos. Ningún geólogo que haya conocido es también conocedor del negocio de la música y de manera similar ningún músico que haya conocido entiende la historia de la tierra como yo. Me siento orgulloso de esta singularidad impredecible.

Extrañamente, el punk se está volviendo rápidamente popular. El pasado año, más gente compró discos, t-shirts y boletos de conciertos de punk que nunca antes. Como en cualquier situación capitalista, el mercado punk está experimentando un cambio de enfoque del intento original del arte (o producto) hacia la creación de un credo o indoctrinación que envuelve el mercadeo de un producto. ¿Porque otro motivo casas disqueras completas se mercadean como sellos punk? Porque están vendiendo una moda y construyendo un séquito sub-cultural en vez de promover la honestidad y la creatividad de sus artistas. Esta es una triste situación en la industria musical que ocurre tanto a nivel de sellos independientes como de los líderes de la industria. Por lo tanto, no es de extrañar que haya un montón de “policías” punk allá afuera monitoreando si las bandas como la nuestra encajan en el estereotipo, y cumplen con su visión dogmática de aceptancia. Exhiben el mismo comportamiento que los clones académicos que se gradúan por miles cada primavera, listos para discriminar a los que desafíen su ideología aprendida. La carta que recibí hace dos semanas de parte de ese fanático descontento fue una triste reminiscencia de la persecución que experimenté en la secundaria de parte de los marihuaneros. También es un brillante ejemplo de lo fácil que es seguir la línea y abogar por sentimientos vacíos y sin originalidad, que me motivan a seguir provocando.

posted by RicAngel @ 23:36  
5 Comments:
  • At 27 junio, 2006 18:32, Anonymous Anónimo said…

    Hola Ricky,

    Después leo esto con calma. Te escribo para enviarte este link porque eres persona de criterio formado. Prepárate para lo que vas a ver.

    http://www.youtube.com/watch?v=LFjjFcENh3Y

    Ciao,
    Teresa

     
  • At 28 junio, 2006 00:22, Blogger RicAngel said…

    Disculpa, pero kien es teresa? te conozco?

     
  • At 28 junio, 2006 20:42, Blogger Guido said…

    Largo, pero muy interesante, la verdad que no estaba tan interiorizado en este tema, así que me agrado leerlo.
    Al final, sabes quien es Teresa?? jaja
    Saludos

     
  • At 30 junio, 2006 02:00, Anonymous Anónimo said…

    El punk como cuestionamiento del pensamiento dogmático: es un punto de vista interesante, pero subjetivo. ¿Qué es el pensamiento dogmático? En el relato Graffin cuenta que se resistió a dejarse llevar por el grupo 'salvaje' del instituto porque le parecía que eso era seguir el rebaño, pero a su vez los 'salvajes' seguramente se comportaban así como una forma de enfrentarse al establishment. Así que (como todo en esta vida) depende del punto de vista.

    En cualquier caso cuestionar a la mayoría está siempre bien y es sano para cualquier sociedad, pues es la única forma de luchar contra el denominado "pensamiento único".

     
  • At 09 octubre, 2007 20:45, Blogger Angie! said…

    muy buen articulo. muy interesante.
    Tienes toda la razon...
    saludos!

    www.menterrada.blogspot.com

     
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