Panamá, 15.Octubre.2008
Hace 40 días, la vida le sonreía, más que nunca en sus 72 años, a John McCain. El senador republicano amanecía, por primera vez, al frente de las encuestas en la carrera hacia la Casa Blanca. La noche anterior, McCain había clausurado una exitosa Convención Republicana y su compañera de fórmula, Sarah Palin, había irrumpido exitosamente en la escena política estadounidense. Tres semanas antes, la guerra entre Rusia y Georgia le había dado la oportunidad de mostrar sus conocimientos en política exterior. El conflicto, sobre todo lo demás, puso de relieve el papel ruso de superpoder emergente y eso asustó a los americanos, que corrieron hacia McCain buscando seguridad. Pero exactamente hace un mes, las cosas comenzaron a cambiar. El 14 de Septiembre el mundo devoró la noticia de que Lehman Brothers estaba en bancarrota. El derrumbamiento de las estructuras económicas mundiales que le siguió trajo consigo el desmoronamiento de la campaña de John McCain y hoy, a 20 días de las elecciones y en vísperas del tercer y último debate que le enfrente a Barack Obama, a ambos candidatos los separa, por primera vez en lo que va de campaña, un número de dos cifras. ARMAS DE DISTRACCIÓN MASIVA Muchos analistas coinciden en que el principal culpable del desastroso mes de McCain es él mismo. El candidato republicano y sus asesores han sido incapaces de ganarse la confianza del pueblo estadounidense en tiempos de crisis económica, y varios de los asesores económicos de la campaña de McCain figuran entre los responsables de la desregulación que causó la crisis. Por si fuera poco, los sistemáticos ataques personales lanzados contra Barack Obama tanto por McCain como por Palin han tenido el efecto contrario al deseado: mientras que han contribuído a crear una innecesaria y preocupante atmósfera de odio y extremismo en los mítines republicanos, la gran mayoría de los votantes piensa que McCain se ha concentrado más en tumbar a Obama que en ofrecer soluciones a los problemas del país. Los demócratas, por su parte, han mantenido la compostura y han asegurado en todo momento que la intención de la campaña republicana no era otra que la de desviar la atención de las cosas importantes de la campaña. Al parecer, el tiempo les ha dado la razón. LOS CARA A CARA Los dos enfrentamientos directos entre ambos candidatos tampoco han ayudado al candidato republicano. En la víspera del primer debate, coincidente con el inicio de la crisis, McCain suspendió su campaña e inclusive sugirió que el debate no se celebrara. Esta decisión fue vista por gran parte del público como muestra de debilidad ante un enfrentamiento que se preveía predominantemente centrado en la economía, precisamente el punto débil republicano. Finalmente McCain asistió al debate, pero hubo un consenso general que dio la “victoria” a Barack Obama. En su segundo enfrentamiento, y ya con el “agua al cuello”, McCain no pudo obtener esa contundente victoria que se consideraba necesaria para nivelar la contienda. El senador de Arizona llegó incluso, en un momento del debate, a referirse a Obama como “ese”, lo que causó una ola de criticismo en los medios estadounidenses. Esta noche, McCain tendrá su última oportunidad de empezar a virar el rumbo de su nave si es que quiere llegar con esperanzas al 4 de noviembre. PALIN: DE HIT A FOUL La fulgurante irrupción de Sarah Palin en la escena política de Estados Unidos hizo a muchos alabar la inteligencia y oportunidad de la campaña republicana de sacarse a Palin como un conejo de la chistera. Su mezcla de juventud, belleza, y valores conservadores típicos de los republicanos enamoró a muchas personas, y su poderoso discurso en la Convención Republicana vio en ella un nuevo ícono político. Pero, al calmarse las aguas, el tiempo ha revelado a Sarah Palin como una inexperta política. Las desastrosas entrevistas concedidas –especialmente la que le hizo Katie Couric de CBS—en las semanas previas al debate que la enfrentaría con Joe Biden, la convirtieron el hazmerreír de la prensa y provocaran que este fuera el debate vicepresidencial más visto de la historia, rompiendo los récords incluso del primer debate entre Obama y McCain. Millones de norteamericanos sintonizaron el debate esperando ávidamente que la candidata cometiera un desliz, un comentario ignorante, una metida de pata. Palin logró salir ilesa del debate, pero no le alcanzó para ganar. El último “aporte” de Palin a la campaña llegó hace un par de días, cuando el jurado que investigaba el escándalo de abuso de poder en el que Palin se vio envuelta en julio encontró que la gobernadora había en efecto abusado de su poder. CONCLUSIÓN En la historia moderna, ningun candidato a la presidencia de Estados Unidos ha superado una ventaja de dos dígitos. Las pésimas decisiones y estrategias de la campaña de McCain han significado un disparo en el pie para sus opciones. La situación se ha puesto tan grave que hasta figuras republicanas como Mitt Romney han declarado abiertamente su desacuerdo con el rumbo de la campaña y han llegado a decir que “no reconocen a este McCain”. Ahora, la campaña republicana intenta buscar un tono menos agresivo y más conciliador, pero quizás sea muy tarde. El debate de esta noche parece la última oportunidad de aferrarse a una causa que parece completamente perdida. McCain está en la lona, y tiene 20 días para levantarse. |