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Obama, el Hacha y el Bisturí
sábado, diciembre 27, 2008
Panamá, 01.Octubre.2008

Empezar diciendo que la democracia americana ha muerto sería quizás demasiado cursi. Quizás sería pecar de ingenuo: ¿cuando estuvo viva, después de todo? Lastimosamente, después de ver el debate presidencial del viernes, es lo único que tengo en la mente.


Si alguna vez existió, la democracia estadounidense empezó a morir el 11 de septiembre de 2001. Por supuesto, George Bush había ganado la Casa Blanca ilegítimamente casi un año antes, pero el golpe mortal se lo dieron esos aviones que se estrellaron contra las torres gemelas, el Pentágono y un olvidado campo de Pennsylvania. Ese día se aliaron el odio, el patriotismo, el miedo, la desconfianza, el resentimiento y la ignorancia y entre todos asesinaron a lo que algun día enorgulleció al imperio que se derrumba mientras escribo estas palabras. Ese día demócratas, republicanos la prensa y casi 300 millones de estadonidenses construyeron y se tragaron unos mitos que se han vuelto intocables, eternos, inmutables. Por ahí debemos empezar para comprender lo absurda y podrida que es la democracia post-9/11 en Estados Unidos.

En cuanto al debate, podría comenzar por decir cuanto me exaspera Barack Obama. El hawaiiano-keniano-kansano parece empeñado en darle vida a su contrincante cuando está en la lona. Obama parece disfrutar la pelea. Sobre todo una como esta, en la que se sabe inmensamente superior. Como un boxeador seguro de sí mismo, Obama siente un placer morboso al ver al senil McCain intentando ridiculizarlo, y se rehusa a darle el golpe final.
Y es una lástima, porque Obama tiene un encanto nunca antes visto. Obama representa muchísimo más de lo que es. Ganará sobradamente las elecciones de Noviembre, pero no las ganará él: las ganará el Obama que todos tenemos en la cabeza, el Obama idealizado, el Obama que todos quisieramos que fuera real, pero que no lo es. Porque aunque confieso que quisiera equivocarme, los mitos intocables que mataron a la democracia americana también forman parte de él.

Un panelista de CNN dijo, al terminar el debate, que la frase dominante en él había sido “John tiene razón”. Más allá de que Obama quiera presentarse como un tipo conciliador y de que yo piense que debería dejarse de memeces y atacar despiadadamente al candidato más ridículo que ha tenido la historia de Estados Unidos (sin mencionar a su candidata a vicepresidenta), no puedo dejar de señalar la lógica subyacente: Obama tampoco es ningún tonto. Sabe perfectamente que ir contra las “verdades” construidas después del 9/11 es un suicidio. Sabe que se dispararía en el pie si reconociera que la mitad del mundo no se cree que Al-Qaeda o Bin Laden fueron los autores de los ataques, si señalara la absurda decisión que sería seguir promoviendo la inclusión de Ucrania y Georgia en la OTAN, si además de haber mencionado los 4,000 estadounidenses muertos en Irak hubiera mencionado los cientos de miles de iraquíes asesinados, si cuestionara el éxito de la cacareada “surge” (el envío de 30,000 tropas adicionales a Irak), si defendiera más agresivamente su política de diálogo con todos los países, si borrara las intervenciones militares de la lista de posibilidades, si denunciara los tres trillones de dólares que se calcula ha costado la guerra en Irak, o si exigiera que de una vez por todas se dejara de hablar de la seguridad de Israel como la suya propia. Pero no, en todas estas cosas estuvo Obama de acuerdo con McCain. Y, consecuentemente, iniciaba cada intervención aclarando que su contrincante tenía razón. Mientras, el viejo McCain intentaba ridiculizarlo como mejor podía. Lo cual no es mucho, hay que reconocerlo. Pero me rompía el corazón verlo coincidir tanto con McCain, verlo aceptar estos nuevos dogmas que, en el fondo, quisiera pensar que él mismo no se cree.

Pero el peso de los mitos es demasiado.Tanto que ha matado a la democracia.

En un corto momento de lucidez, Obama alcanzó a decir algo coherente que McCain no pudo refutar. Dijo que el mundo ya no admira a Estados Unidos. Que la imagen norteamericana en el mundo nunca ha estado peor. Que su padre llegó de Kenia porque era lo mejor a lo que podía aspirar, y ya no es así. En otro momento, y ya no tan lúcido, Obama dijo que la medida de congelar los gastos propuesta por McCain para resolver la crisis económica sería como usar un hacha cuando lo que se necesita es un bisturí.

Si tiene alguna esperanza de resucitar la democracia, más le valdría a Obama tirar ese bisturí y usar el hacha, porque la va a necesitar.
posted by RicAngel @ 23:55  
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