Panamá, 17.Septiembre.2008

Hace unos días, y coincidiendo con el aniversario de los atentados del 11 de septiembre de 2001, se publicó una encuesta en la que participaron más de 20,000 personas en más de 35 países. Alternet, uno de mis sitios de noticias preferido, publicó los resultados y tituló: “Menos de la mitad del mundo cree que Al-Qaeda estuvo detrás de los ataques del 11-S”. La encuesta arroja unos resultados que piden a gritos que nos planteemos seriamente qué clase de humanidad somos y qué clase de mundo hemos construido.

¿Es realmente sorprendente que menos de la mitad del mundo dude de una manera u otra de la historia oficial del 11-S? Creo que no. Desde el famoso Fahrenheit 9/11 de Michael Moore, por decir el ejemplo más famoso, se han escrito montañas de libros y filmado docenas de documentales acerca de lo que pasó ese día. Sus teorías van desde el señalamiento de circunstancias y documentación sospechosa hasta las teorías de conspiraciones diabólicas. Hay hasta quien ha afirmado que se trató de un autoataque. Sea lo que sea que pensemos al respecto, la única conclusión evidente que se puede sacar de esta montaña de documentación es lo que la encuesta nos dice claramente: el mundo no se lo creyó. Esto no deja de tener una dimensión bastante trágica: ¿No merecen las familias de aquellos que murieron una investigación formal?¿No merecen honestidad, transparencia y sobre todo justicia?¿Es justo para las víctimas que el gobierno, con su comportamiento misterioso y errático haya dado pie a tanta especulación?¿Nos hemos parado siquiera a considerar de que el simple hecho de que la teoría del autoataque no pueda ser descartada es realmente aterrador? (Por otro lado, y como muchos analistas han sugerido, se han producido autoataques con anterioridad y con resultados parecidos, como la quema del Reichstag en Alemania).

La que, para mi, es la lectura principal de la encuesta es la escandalosa pérdida de credibilidad que ha sufrido Estados Unidos desde la segunda guerra mundial. (No quiere decir que antes del conflicto mundial peleara guerras “buenas”, ahi está la documentación de la guerra contra España o de la guerra contra México, por nombrar algunos ejemplos). Por supuesto, los últimos ocho años de gobierno de Bush-Cheney han sido los que han terminado de dar la estocada final a una imagen internacional que ya venía cayendo en picado a base de mentiras, hipocresías y contradicciones: Vietnam, Korea, República Dominicana, Granada, Nicaragua, Panamá e Irak, sin mencionar el financiamiento y apoyo a regimenes totalitarios alrededor del mundo, grupos paramilitares, insurgentes fundamentalistas (como el propio Osama Bin Laden) y el apoyo total e indiscriminadoa todos los crímenes y violaciones de Israel en Medio Oriente. Pero, si a alguien en enero de 2001, cuando George W. Bush tomó posesión, le parecía que la imagen de Estados Unidos estaba por el suelo, lo que estaba a punto de venir era simplemente surreal.

El tema central de la encuesta era el 11-S. Pero, ¿alguien sabe porqué hay una guerra-ocupación desde hace siete años en Afganistán? Probablemente muy poca gente sepa cuales fueron los motivos que justificaron esa invasión días después del famoso atentado pero, aunque los supiéramos, ¿alguien se los cree? ¿Alguien cree que, siete años después, aún están allí por esos objetivos? Sigamos, ¿alguien sabe porque hay una guerra-ocupación desde hace cinco años en Irak? ¿Alguien se creyó el cuento de las armas de destrucción masiva?¿Dónde están? ¿Alguien se atreve a dudar de que los Bush y Cheney han violado todas las leyes internacionales atacando dos países soberanos que no representaban ninguna amenaza para ellos?¿Alguien cree que los escándalos de Abu Ghraib y Guantánamo fueron responsabilidad de “algunas manzanas podridas”?

¿Alguien les cree algo de lo que dicen?

La semana pasada, Dick Cheney estuvo en una gira por varios países europeos. Sus declaraciones, que no fueron muy analizadas en los medios, le hicieron alcanzar nuevas cotas de hipocresía que difícilmente algun gobierno logre superar. Que cualquier representante norteamericano se atreva a condenar moralmente a Rusia por su actuación en el reciente conflicto del Cáucaso no solamente es hipócrita sino que es un insulto a cualquier persona inteligente. Pero este completo descaro, esta falta total de verguenza, no es casualidad. Esta gente nos ha estupidizado. Esta gente nos ha convertido en rebaños de ovejas que bailan al ritmo de su música, que lloran, ríen y se emocionan con sus películas, y que piensan lo que ellos quieren que pensemos. Si, gran parte de la responsabilidad la tenemos nosotros. Porque si bien es cierto, como lo prueba la encuesta, que gran parte del mundo no les cree nada, no es menos cierto que no hacemos absolutamente nada al respecto. Siento que, de alguna manera, hasta le hemos otorgado a esta gente tantas facilidades para mentir que ya ni siquiera se esfuerzan por hacerlo bien. Y los resultados son horribles: solamente las mentiras de Bush y Cheney han matado a más de un millón de personas en Afganistán e Irak.

Resulta curioso y de alguna manera satisfactorio pensar que los neoconservadores, cuya principal misión es preservar y expandir el imperialismo estadounidense, son los que lo han terminado de meter a toda velocidad en el camino del declive y la autodestrucción. En el mundo, no solo no se les cree, sino que se les desafía sin ningun tipo de reparos. El anuncio de que la Armada rusa realizará maniobras conjuntas con la Armada venezolana en el Caribe o la expulsión de los embajadores estadounidenses de Bolivia y Venezuela son, sin duda, muestras incontestables de que la hegemonía mundial que mantuvo Estados Unidos por casi 20 años ha entrado en estado de descomposición. El imperio se autodestruye. Dentro, es un país con una crisis económica que se agrava por momentos, donde el capitalismo que tanto aman se ha encargado de exportar los puestos de trabajo que nutrían a la clase trabajadora, el fuerte del país, y donde el modelo de democracia que consideran la octava maravilla se revela cada día más como una gran farsa. Fuera, es una máquina de generar violencia, odio, resentimientos, muertes, torturas, mentiras e hipocresías. Es un monstruo con 730 bases militares alrededor del mundo que cada vez inspira menos miedo y respeto al resto de humanos que comparten el planeta con ellos.

En definitiva, es un imperio que nació, creció, alcanzó su cénit y ahora ha empezado a morir. La historia está repleta de ejemplos. Y si la historia sirve para algo, es para atestiguar que el camino al colapso de los imperios es en una sola direccion, suele ser tortuoso y los que lo han transitado han regresado por el jamás.